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miércoles, 19 de marzo de 2014

"La placa" del Monasterio de la Encarnación. (Fotos propias).



El Monasterio de la Encarnación de Madrid está ubicado en la plaza del mismo nombre, (Pza. de la Encarnación), y data de 1616. Se encuentra situado en las inmediaciones entre el Palacio Real y el Senado.



La particularidad de este monasterio (dejando a un lado su historia, obviamente), es que entre sus reliquias se encuentra una cápsula con la Sangre de San Pantaleón, que cada 27 de julio de todos los años se licua ante el asombro de propios y extraños. Estudios realizados a la reliquia no encuentran explicación hasta la fecha para que el fenómeno obedezca a tal hecho...., ¡¡pero que se licua...., se licua cada año sin faltar a la cita!!. El acontecimiento se repite en Nápoles (Italia), de la misma manera con San Genaro.




Pero a parte de lo increíble del acontecimiento, lo que me sorprendió fue ver que a día de hoy permanece en la fachada del Monasterio una placa en la que se prohíbe de forma explícita HACER AGUAS...., (sin especificar si menores o mayores), jaja..., ¡¡BAJO LA MULTA CORRESPONDIENTE!!.


Esta placa data del año 1857, cuando el alcalde de Madrid, Isidro Osorio, (El Duque de Sesto), redactó un bando en el que se multaba con 25 pesetas a cualquiera que hiciera "aguas" en la vía pública. Esta cantidad, considerada desorbitada para la época dio lugar a una coplilla que decía :

¡¡Cinco duros por mear,
Caramba qué caro es esto!!
¿¿Cuánto querrá por cagar
el señor Duque de Sesto??.


Se observa dicha placa en la parte izquierda de la fotografía, debajo de la ventana.


En el s. XVII el único servicio de limpieza municipal era una tabla arrastrada por dos bueyes que lo único que hacía era aplastar "la basura". A falta de retretes públicos, los vecinos hacían determinadas necesidades en los rincones de las casas, para evitar tan desagradable acción el concejo ordenó pintar cruces o poner hornacinas con la imagen de santos en estos lugares, que por respeto a la religiosidad de la época impidieran esta costumbre..., ¡¡¡aunque esta iniciativa resultó poco efectiva!!!.

Os dejo con una anécdota muy famosa en Madrid que muchos ya conoceréis, y que dicen que se ubica concretamente, en la calle del Codo, lugar por el que pasaba cada noche D. Francisco de Quevedo de regreso a su casa cuando volvía de sus famosas juergas.


En la España del Siglo de Oro, era común (como ya hemos comentado), que la gente orinara en las esquinas, en los portales, o en las mismas puertas de las casas. Para evitar estas evacuaciones, algunos vecinos ponían en dichas puertas y paredes unas cruces o algún santo.

Quevedo tenía la costumbre de utilizar comúnmente un determinado portal como urinario. Un día se encontró en él una cruz y a pesar de todo siguió con su "costumbre".

En su siguiente visita, junto a la cruz encontró un cartel con el texto : "Dónde se ponen cruces no se mea". Quevedo, que en este caso tenía claro que la gallina había sido antes que el huevo, escribió debajo : "Dónde se mea no se  ponen cruces".


Era la famosa época en que al pasar por una calle se podía oír aquello de : ¡¡¡¡Agua vaaaaa!!!!..., y ¡¡¡pardiez!!!,  vaya sorpresa que (ejem ejem...), "iba".

viernes, 14 de marzo de 2014

Casa Garay. Hoy el Colegio de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos. (Fotos propias)



Ya que estamos de palacetes por Madrid quiero enseñaros (para quien no lo conozca) uno de los más bonitos de la ciudad. Está situado en la calle Almagro, nº 42 distrito de Chamberí, y es la Casa-Palacio Garay.




A principios del siglo XX había muchos personajes adinerados que llegaban a Madrid, uno de ellos fue Antonio Garay Vitorica, de origen vasco. En 1914 llegó a la capital, le gustó y decidió que quería vivir aquí en una casa-palacio, ubicándose en una de las mejores zonas del momento. Encargó el proyecto a Manuel María Smith e Ibarra, construyendo una casa regionalista de estilo neo románico.



En la fachada de la planta baja cabe destacar unas ventanas circulares.



En la primera planta las balaustradas son de piedra. En la segunda planta nos encontramos con balcones y ventanas con barandillas de hierro muy decorativas. En el ático las ventanas están unidas entre sí por una franja de piedra blanca.



Cabe destacar su torreón, escudos laboriosamente tallados de la casa Garay, y un impresionante alero. Hoy en día se sigue conservando la gran veleta original de hierro.




Además de todo esto también posee una marquesina en la entrada principal (calle Almagro), por donde entraban los carruajes. Allí nos encontramos una escalera curva que conducía a los invitados al recibidor de la planta noble.






Como habréis podéis observar el palacio hace chaflán y la parte que da a la calle Jenner es la que daba al comedor y el salón de fumar, una fachada muy bonita también.



A la muerte de su propietario el palacio se vendió y pasó por distintas manos. Fue la embajada de Bélgica y posteriormente incluso fue hospital de sangre. Más tarde estuvo varios años abandonado y ¡¡¡a punto de ser demolido.....!!!, pero en 1979 lo adquirió el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, librándose así de su fatal destino.



El Palacio actualmente tiene en su interior distintos departamentos propios del Colegio, como son : asesoría jurídica, biblioteca, administración, documentación, formación, etc...




Este es uno de esos palacio que siguen en todo su esplendor en la ciudad, aunque solo se mantienen íntegras y originales las fachadas y cubiertas. Del interior se eliminó toda la decoración típica de una casa como chimeneas de piedra labrada, artesonados, maderas talladas, etc...



Si paseáis por la zona os fijaréis seguro en esta casa-palacio porque ineludiblemente llama la atención. ¡¡Parece una casa de cuento!!.

martes, 11 de marzo de 2014

Palacio de Bermejillo (Fotos propias).



Hoy la cosa va de Palacios. Hay muchos repartidos por la ciudad, pero nos fijaremos en uno de los más bonitos y mejor conservados de Madrid, está situado en el Paseo de Eduardo Dato 31, esquina con la calle Fortuny, (muy cerca del Pº de la Castellana).




Estamos hablando del Palacio de Bermejillo, también denominado Palacio de los Marqueses de Bermejillo del Rey. Destaca por su estilo neoplateresco, sus dos torreones con cubierta de teja con un gran alero de madera y una balaustrada entre las dos torres. 


 Detalle del Torreón.

 Artesonado del alero.

Detalle de la balaustrada.


Fue construido entre 1913-1916 por orden del Marqués, encargando primero la obra al arquitecto Reynals aunque fue Eladio Laredo quien dió terminó al Palacio.

La Dirección General de Patrimonio Histórico ha preservado los tesoros del Palacio y la obra de rehabilitación llevada a cabo fue completamente respetuosa con el proyecto del arquitecto Eladio Laredo, tanto del exterior como del interior del edificio.




En 1983 se convierte en la sede del Defensor del Pueblo en España, no sin cierta polémica ya que en este edificio se encontraba desde 1976 el Instituto Nacional de Educación Especial, (organismo autónomo del Ministerio de Educación y Ciencia) a quienes les sorprendió negativamente la noticia de la nueva ubicación de la sede de la protección de los derechos de los ciudadanos, habiendo otros emplazamientos vacíos donde poder trasladarse.



Parece extraño que estando ya ocupado el edificio con otro organismo se ubicara aquí la actual sede del Defensor del Pueblo, pero polémicas a parte, el Palacio consta de una gran majestuosidad en pleno barrio de Chamberí, uno de los más aristocráticos de finales del s. XIX.